Solías preguntar por qué no sonrío en las fotos.
Tú no lo sabes pero sonrío al recordarte, cuando el eco de tu risa golpea las paredes de mi cráneo.
Sonrío como el primer día que te vi, cuando en la noche hiciste malabares y mis ojos se centraban sólo en tu rostro, la sonrisa estúpida de una mujer perdida.
Sonrío porque no sé cuándo te vea.
Sonrío porque en tres días intento mostrarme activa para olvidar tu nombre.
Sonrío porque mientras lo hago tu voz retumba en esa canción que sólo tú conoces.
Sonrío porque apareces en el alacrán que trepa por la pared del vecino, en la mariposa que no pude atrapar.
Sonrío porque tu ausencia me provoca ganas de chillar.
Debes enterarte de algo que ni yo misma creo:
Mis ganas de inmortalizarte en cada texto provoca al más cobarde animal.
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