jueves, 12 de marzo de 2015

# 71 CATS

Nayelhi Ramona

Nos ponemos muy tristes por los animales muertos. Se nos saltan las lágrimas. Aunque lloramos sólo por los peludos, los que se nos parecen, al menos un poco.

Los que tienen los ojos grandes, ojos que miran de frente. Los que tienen narices más bien pequeñas o modestas napias.

Nadie se lamenta por una araña, ni por un cangrejo. Las lombrices no merecen nuestro llanto, ni los peces tampoco. Las crías de foca sí lo consiguen, y los perros, y a veces los búhos. Los gatos, casi siempre.

¿Pensamos que son como niños muertos?
¿Pensamos que son parte de nosotros, el alma animal, escondida en un lugar de nuestro pecho, difusa y confiada, y vital, al acecho, y brutal con otras formas de vida, y feliz, la mayor parte del tiempo, y asimismo estúpida?

(¿Por qué siempre los gatos? ¿por qué los gatos muertos provocan lágrimas tan ridículas? ¿por qué ese luto riguroso? ¿por qué ya no podemos ver en la oscuridad sin ellos? ¿es porque tenemos frío sin su pelo? ¿porque hemos perdido nuestra segunda piel, encubierta, a la que nos mudábamos cuando queríamos divertirnos, cuando queríamos matar sin pensarlo dos veces, cuando deseábamos despojarnos del insufrible peso de ser humanos?)

M. A

Lluvia una sombrilla cielo gris
cine gay leche de almendras
calendario de taller mecánico
frío frío frío frío

Afuera llueve, en el cuarto también.

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