Escojo un lugar donde exista calma y tranquilidad, lo más lejos posible de los ruidos y movimientos de fuera. El objeto es alejarme de toda impresión que pueda distraerme, debo quedar sola.
Me acomodo en el sofá en una postura absolutamente cómoda. Aflojo cada músculo, suprimo toda tensión de los nervios, me suelto de pies a cabeza. Respiro profundo y lento, guardo el aire unos segundos antes de expulsarlo.
Mi atención esta centrada en mi interior. Me entrego enteramente al pensamiento y locución.
Mi imaginación está al tope. La fuerza aumenta, soy yo.
El deseo ardiente, dicen muchos, no hace falta.
La mano en la rodilla, los nudillos fragmentados. La naturaleza entera trabaja sin descanso.
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