lunes, 23 de febrero de 2015
# 54 DOÑA
Nunca había ido a parar a la Cruz Roja.
Fui sola y estuve una hora acostada en la camilla. Hoy me sentí drogada.
He leído tanto sobre mi enfermedad que tengo miedo. Mi capacidad de imaginación es extensa.
Quiero gritarle a esa gente feliz que camina con sus papas en la mano, que come tacos en la avenida principal, soy una señora dando consejos sobre cómo cuidar tu salud. Jamás creí llegar a tanto.
Envidio a la gente sana.
Tengo tantos malestares como si fuese una ancianita de 80 años.
Mi alma es vieja.
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